- Preparar el molde:
Precalienta el horno a 200°C (390°F). Engrasa un molde desmontable de unos 22 cm de diámetro con un poco de mantequilla y cubre la base y los lados con papel de horno, asegurándote de que el papel sobresalga por los bordes. Esto facilitará desmoldar la tarta una vez esté cocida. - Mezclar el queso crema y el azúcar:
En un bol grande, bate el queso crema con el azúcar hasta que la mezcla esté suave y cremosa. Es importante que el queso esté a temperatura ambiente para lograr una textura homogénea y sin grumos. - Añadir los huevos uno a uno:
Agrega los huevos de uno en uno, batiendo bien después de cada adición. Esto permitirá que se incorporen de manera uniforme a la mezcla. No batas en exceso para evitar que entre demasiado aire en la masa, lo que podría hacer que la tarta se agriete durante la cocción. - Incorporar la nata y la vainilla:
Vierte la nata y el extracto de vainilla en la mezcla y continúa batiendo hasta que esté completamente integrada. La nata le dará a la tarta una textura suave y cremosa. Agrega una pizca de sal para realzar el sabor del queso. - Añadir la harina (opcional):
Si deseas una tarta de queso con una textura un poco más firme, tamiza una cucharada de harina y mézclala con movimientos suaves. La harina ayudará a estabilizar la tarta y le dará un ligero toque de densidad. - Verter la mezcla en el molde:
Vierte la mezcla de queso en el molde preparado y asegúrate de que la superficie esté nivelada. Golpea suavemente el molde sobre la encimera para eliminar posibles burbujas de aire. - Hornear la tarta:
Coloca el molde en el horno precalentado y hornea a 200°C durante unos 50-60 minutos, o hasta que la superficie esté dorada y ligeramente hinchada. La tarta debe estar cuajada en los bordes pero un poco temblorosa en el centro, ya que se asentará mientras se enfría. - Dejar enfriar y refrigerar:
Una vez cocida, apaga el horno y deja la puerta entreabierta. Deja que la tarta se enfríe dentro del horno durante unos 30 minutos para evitar cambios bruscos de temperatura que puedan agrietarla. Luego, retira la tarta y deja enfriar a temperatura ambiente. Una vez fría, refrigérala durante al menos 4 horas, o preferiblemente toda la noche, para que adquiera la textura ideal. - Servir y disfrutar:
Desmolda la tarta de queso con cuidado, retirando el papel de horno. Puedes decorarla con un poco de azúcar glas o frutas frescas si lo deseas. Corta en porciones y disfruta de su textura suave y cremosa.
Este cheesecake al horno es perfecto para cualquier ocasión. Su sabor suave y su textura esponjosa harán que todos quieran repetir.
¡Buen provecho!
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