Instrucciones paso a paso para alcanzar la perfección dulce:
Paso 1: Preparación del molde
Antes de empezar a mezclar los ingredientes, es importante que prepares el molde donde se va a enfriar la mezcla. Utiliza un molde cuadrado o rectangular, de unos 20×20 cm aproximadamente, para obtener unos bocados uniformes y bonitos. Cubre el molde con papel encerado o papel de aluminio, asegurándote de que las esquinas estén bien cubiertas. Deja que el papel sobresalga un poco por los bordes para facilitar el desmoldeado más adelante. Este paso te ahorrará muchos problemas cuando llegue el momento de cortar el fudge.
Paso 2: Derritiendo el chocolate blanco y la mantequilla
En una cacerola grande, coloca los 250 gramos de chocolate blanco troceado junto con los 50 gramos de mantequilla. Usa una cacerola de fondo grueso para evitar que el chocolate se queme. Ponla a fuego bajo y comienza a remover lentamente con una espátula o una cuchara de madera. El fuego bajo es clave aquí: si lo haces demasiado rápido a una temperatura alta, podrías arruinar la textura del chocolate.
Mientras se derrite, disfruta de ese aroma delicioso que comienza a desprenderse. Remueve constantemente para asegurarte de que el chocolate y la mantequilla se fusionen completamente en una mezcla cremosa y homogénea. Este proceso debería tomar unos 5-7 minutos. Si ves que el chocolate tarda en derretirse, no te desesperes; es mejor ir despacio que arriesgarse a quemarlo.
Paso 3: El toque mágico del dulce de leche
Una vez que tengas el chocolate y la mantequilla bien derretidos y mezclados, es hora de agregar el dulce de leche. Aquí es donde comienza la magia. Añade los 400 gramos de dulce de leche a la cacerola y baja aún más el fuego si es posible. Comienza a remover con movimientos suaves pero constantes, asegurándote de que todo el dulce de leche se mezcle de manera uniforme con el chocolate blanco y la mantequilla.
Este paso puede tardar entre 8 y 10 minutos, ya que queremos que los ingredientes se integren bien y se forme una mezcla espesa y cremosa. No te apresures, porque este proceso lento es lo que garantizará que los bocados tengan esa textura suave y sedosa. Durante este tiempo, la mezcla se espesará un poco y el color se tornará de un hermoso tono caramelo.
Paso 4: Verter la mezcla en el molde
Cuando sientas que la mezcla está perfectamente integrada y lista, retírala del fuego. Con mucho cuidado, vierte el contenido de la cacerola en el molde que preparaste antes. Utiliza una espátula para raspar bien los lados de la cacerola y asegurarte de que no quede nada de la deliciosa mezcla. Luego, con la misma espátula, alisa la superficie para que quede lo más uniforme posible.
Aquí puedes ser creativo. Si quieres darle un toque decorativo, puedes añadir unas pizcas de sal gruesa encima para un contraste dulce-salado, o incluso espolvorear algunos frutos secos picados, como nueces o almendras. Si prefieres mantener la receta simple y clásica, déjala tal cual, sin ningún añadido extra.